Skip links

El espacio seguro de aprendizaje empieza con el educador

“Vamos Julia… queremos saber cómo llegaste a resolver esta ecuación, contamos como llegaste ahí…”. Esta puede considerarse una frase típica de un entorno seguro.

Aprender el nombre de cada estudiante sí importa… también insistir para que cada uno se exprese y tenga voz dentro del espacio de aprendizaje.

También es clave generar confianza, y hacer sentir genuino interés por el otro, validar emociones y ayudar a recorrer los procesos cognitivos para reforzarlos y, con esto, otorgar seguridad. Este, como otros elementos se diseñan, y el/la educador/a no debe dejarlos librados al azar. 

Garantizar una experiencia de aprendizaje segura implica también que los adultos nos relacionamos con respeto y asertividad entre nosotros. Es decir, aprendemos a decir lo que pensamos, pero de un modo que pueda ser bien recibido por otros, y somos receptivos a feedbacks de los demás. Esto demanda de cada uno madurez para expresarse sin herir o aprender a reconocer y manejar las propias emociones, por ejemplo. Es decir, se enseña desde la coherencia, desde lo que uno es.

En los ambientes seguros estar abiertos a aprender es un rasgo esencial, de adultos y de niñas. Por eso, apegarnos demasiado a nuestras propias ideas también nos puede quitar flexibilidad y apertura para crecer con otros.

Probemos algo nuevo… empieza por conocer y recordar alguna cualidad positiva de tus colegas. Y, después, de cada uno de tus estudiantes. Esto seguramente cambiará tu propia visión de ellos y reforzará tu motivación para relacionarte con ellos.

Recordemos que el ambiente seguro empieza por cada como educador/a!

Leave a comment