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Cómo enseñar a su hijo/a a regular sus emociones, directamente de una terapeuta

6 pasos para ayudar a su hijo/a a controlar sus emociones de forma saludable

Por Stephanie A Kaufman

Stephanie Kaufman es una terapista de matrimonio y familia de San Francisco, California. Trabaja con individuos, familias, y niños/as en su práctica individual. Es autora del libro Que emoción! El ABC de los sentimientos.

Aprender a regular nuestro cuerpo y nuestras emociones forma una parte importante de la experiencia humana. Este proceso empieza el día en el que nacemos y continúa a medida que aprendemos a satisfacer nuestras necesidades físicas (hambre, temperatura corporal, etc.). Después, a medida que crecemos y nuestras necesidades se vuelven más complejas, empezamos el proceso de aprender a regular nuestros sentimientos y emociones.

Navegar por las emociones puede ser tan confuso, incómodo y disruptivo como gestionar nuestras molestias físicas. Así pues, si no esperamos que un bebé sepa cómo lidiar con el frío o el hambre, entonces ¿por qué deberíamos esperar que sepan cómo gestionar la ira o la tristeza? Como terapeuta infantil y familiar licenciada, me reúno con familias y sus peques para abordar sus preocupaciones sobre el comportamiento de su hijo. El primer tema que normalmente tratamos es la regulación emocional. Y es que la incapacidad de los niños para gestionar sus emociones de manera segura y efectiva es, a menudo, la causa de los comportamientos desafiantes o preocupantes. Aquí tiene seis formas con las que nosotros, los cuidadores, podemos preparar el escenario para que los niños desarrollen habilidades de autorregulación saludables de por vida.

Entienda la dinámica de la autorregulación

Al igual que aprender a regular las sensaciones físicas se consigue con cuidadores sintonizados y conectados, aprender a regular las emociones pasa de forma parecida.

Aunque el temperamento natural del niño influye en su habilidad para autorregular, también están influenciados fuertemente por factores externos como el entorno de su hogar y las interacciones habituales con sus cuidadores y otros adultos. Todo comienza con la corregulación: las interacciones consistentes, cálidas y receptivas que ofrecen el apoyo, entrenamiento y el modelo que los niños necesitan para «entender, expresar y modular sus pensamientos, sentimientos y comportamientos». Gracias a la repetición y a la madurez, esto evoluciona hacía la autorregulación. Es decir, la habilidad de hacer esto de forma independiente.

Sea un buen ejemplo a seguir

Su hijo/a comienza observando cómo gestiona usted sus emociones incluso antes de experimentar las emociones él mismo. Así que, recuerde, seguramente ellos elijan de aprender de usted8 una o dos habilidades. Los niños y niñas no van a aprender a hacer algo de forma exitosa si usted mismo no lo puede hacer.

«Estamos programados para percibir e interpretar las sutiles variaciones en el tono de la voz, las expresiones faciales o la postura del cuerpo» dijo Christina Lansdown, una terapeuta matrimonial y familiar licenciada que trabaja con niños desde hace más de quince años. «Cuando las palabras que dice no se ajustan a esta información codificada, en realidad exacerba el problema porque el sistema nervioso de su hijo percibe la incongruencia y la siente como una amenaza». Por lo tanto, Christina explicó, «el enfoque “haz lo que digo pero no lo que hago” no funcionará». Así pues, nosotros, como cuidadores, tenemos que ser un modelo y encarnar las formas en las que esperamos que se comporte nuestro hijo.

Revise su enfoque y actitud

Cuando un niño o una niña expone sus vulnerabilidades (y, en este caso, hablamos de la vulnerabilidad de expresar verdaderas emociones), ¿cómo responde el cuidador? ¿Se pone furioso o se desregula él mismo?, ¿o se acerca al niño con un aire de tranquilidad y confianza?

Un acercamiento tranquilizador puede indicarle al niño/a: «Oh, ¿estás triste? Ya he visto esto antes y es algo que puedo manejar. Podemos superar esto juntos». «Queremos que los padres se acerquen a sus hijos/as con un enfoque que enfatice la compasión hacia uno mismo y la calma o energía neutra», dijo María Gregory, psicóloga educativa. Queremos que los niños y las niñas sientan que los adultos son útiles y seguros. Deben saber que los adultos son más grandes, más fuertes, más sabios y amables.

Enseñe a su hijo/a a sintonizarse con su cuerpo

En cuanto los niños y niñas empiezan a sentir las emociones por primera vez, necesitan un adulto que no los juzgue, para ayudarlos a notar y sintonizar las sensaciones físicas que acompañan esas emociones.

«Cuando enseño a los niños a identificar las emociones en el cuerpo mediante el reconocimiento de sensaciones, me gusta empezar por las emociones más placenteras y positivas como la felicidad y la emoción», explicó Guy Hernández, terapeuta licenciado y presentador del pódcast Therapized (Terapizado, en español). «Después, intento identificar las respuestas observables en forma de lenguaje corporal (sonreír, reírse, etc.). Luego, exploro las sensaciones corporales internas y también qué impulsos o respuestas de comportamiento tienen esas emociones agradables». En cuanto el niño ha mostrado la capacidad de sintonizar las emociones placenteras, avanzamos hacía enseñarles cómo sintonizar las emociones más difíciles o disruptivas como la ira, el miedo, la preocupación, la culpa y la vergüenza, entre otras.

Nómbralo, dómalo

mother scolds her child

Trabaje con frecuencia con su hijo/a para mejorar su vocabulario emocional. En esos momentos en los que se sienten abrumados por los sentimientos «grandes», ayúdelo a acceder a esas palabras y nombrar lo que está sintiendo.

Dan Siegel, doctor en medicina y autor de The Whole-Brain Child acuñó la frase «nómbralo, dómalo». Cuando las emociones de un niño empiezan a salirse de control, hay que involucrar la parte de su cerebro que puede ayudarlos a poner un poco de orden en el caos. El Dr. Siegel describió el hemisferio derecho del cerebro como el lado emocional y el izquierdo como el lado lógico. Así pues, animar al niño a ponerle un nombre a la emoción que están sintiendo involucra al hemisferio izquierdo, y esto puede ayudarlos a darle sentido a la experiencia y a calmarse por sí mismos. A medida que el lado lógico del cerebro se vuelve más accesible, el niño tendrá más tiempo para filtrar y organizar sus reacciones y comportamientos y escoger cómo quiere responder en ese momento. Libros como ¡Qué emoción! son herramientas estupendas para enseñar a los niños vocabulario nuevo para describir sus sentimientos y emociones.

Use estrategias de regulación emocional

Encontrar la estrategia de regulación emocional que funcione mejor para su hijo consiste, sobre todo, en ensayo, error y observación. ¿Se ha dado cuenta de cuáles son las estrategias de regulación emocional que usa usted personalmente en un momento de necesidad? ¿Respira profundamente, llama a un amigo, sale a dar un paseo, se pone su canción favorita y la baila o sale a correr? Debemos observar a nuestros hijos para ver qué tipo de estrategias usan de forma natural y recordarles que usen esas herramientas cuando tengan dificultades.

Por ejemplo, si surge un momento de enfado y suelen pedir un abrazo o retirarse a su rincón seguro, puede recordarle esta opción cuando se enfade demasiado como para pensar claramente por sí mismo. Amy Shohet, trabajadora social clínica licenciada que trabaja para el programa de la primera infancia Healthy Homes sugiere que usemos los cinco sentidos como guía. Para algunos niños, las actividades de regulación pueden ser auditivas (cantar, escuchar música…), para otros, pueden ser táctiles (jugar con plastilina o abrazar una manta con peso) y, para muchos, puede ser el movimiento (mecerse, caminar, etc.). Si anima a su hijo a tomarse un minuto para meditar y reflexionar a una edad temprana, definitivamente valdrá la pena cuando él crezca.